No podemos hacernos a la idea de cómo pueden influir en nuestras vidas los tiempos, y sobre todo el no respetarlos.
Durante mucho tiempo me lo
preguntaba, era un soniquete continuo, casi imborrable...por un día Amaia, por
un día...todo fue diferente por un día.
Recuerdo que era una fría mañana de
invierno, allá por el 2007, estaba desayunando, disfrutando de mis últimas
horas de relax, antes de volver a mí día a día, estrés, jornadas intensas e
interminables, la vida de una ejecutiva, bueno nada que no conozcáis...mi baja
maternal se acaba en dos días.
Y de repente, sonó el timbre. ¿Quién
sería a esas horas? Era una chica vestida de calle que sustituía a mi cartero
de toda la vida, la que mediante un burofax iba a traer la noticia que
cambiaría mi vida, la mía y la de otra mucha gente.
Me despedían, sin más...a mí, que
me sentía invencible, que había construido un gran equipo, un equipo basado en
las PERSONAS, en una época en la que solo se hablaba de RECURSOS.
Me
había dejado el alma, había puesto todo y algo más de mi misma, y ahora me
trataban solo como un número y me daban una patada.
Siempre he sentido que los vientos
de la suerte hacían avanzar mi barco, esta vez mi suerte fue su soberbia, vestida de
incompetencia...ese error, ese día de menos, o de mas según se mire, le supuso
a la empresa 100.000€...solo por un día Amaia, solo por un día.
Los tiempos son básicos, en muchas
ocasiones creernos invencibles nos hace pensar que todo lo podemos
controlar...La sensación de control es lo más irreal que existe en la
humanidad, nos influyen tantas cosas...Rodéate de profesionales de verdad,
no de buenos compañeros de mesa, los primeros te ahorrarán dinero, los segundos
te costarán esas comilonas, y quien sabes que más...
Este hecho tuvo consecuencias graves
para mí, me cambio mi perspectiva vital...no he vuelto a ser la misma...y
gravísimas para los causantes, pero esa, es otra historia.
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